Cómo funcionan los contratos inteligentes
2 de noviembre de 2020¿Qué son los contratos inteligentes y cómo se relacionan con la tecnología Blockchain? Aquí explicamos lo que significa el término y esbozamos algunos beneficios que los Contratos Inteligentes tienen que ofrecer a las empresas de todo el mundo.
Las organizaciones, compañías y empresas son sistemas complejos que requieren una variedad de procesos diferentes que involucran datos y personas para que puedan cumplir con sus objetivos. En muchos casos, estos procesos tienen un alcance mayor que el de un sistema aislado y pueden necesitar la interacción con entidades externas para lograr esos objetivos. Si hablamos de una organización financiera, por ejemplo, esos procesos pueden ser realizar un pago, hacer inversiones, entre otros.
Para hablar de los Smart Contracts, debemos partir de las raíces de su tecnología intrínseca. Un Smart Contract no es un contrato real como puede parecer, sino una pieza de software almacenada y disponible para ser ejecutada sobre una Blockchain. Sigue los principios de inmutabilidad, transparencia y seguridad que proporciona tener un libro de contabilidad digital distribuido como columna vertebral de esta tecnología.
Qué son los contratos inteligentes
A principios de la década pasada, Nick Szabo, informático, estudioso del derecho y criptógrafo, describió por primera vez el término de “contratos inteligentes”. Creó este término con el objetivo de utilizar un libro mayor distribuido para almacenar contratos. Estos contratos cobraron vida con la aparición de Ethereum, hace varios años. A diferencia de los Bitcoins, esta criptodivisa se centró más en el blockchain y su desarrollo, que en la propia moneda. Esto llevó a un mayor uso de los contratos inteligentes. Si desea saber más sobre estos contratos “modernos”, consulte el artículo anterior dedicado al tema.
Hoy en día, los contratos inteligentes representan una de las aplicaciones más útiles de la tecnología blockchain. De hecho, están sustituyendo poco a poco a los contratos “normales” tal y como los conocíamos hasta ahora. En este artículo, compararemos los contratos inteligentes y los contratos tradicionales, para tratar de entender las diferencias y los pros y contras de cada uno de ellos.
Desde que se tiene memoria, las sociedades han utilizado algún tipo de contrato. Los más comunes pueden ser los contratos tradicionales por escrito que son firmados manualmente (o electrónicamente) por las dos partes. Estos contratos pueden ser modificados manualmente en cualquier momento por cualquiera de las partes. A veces, estos contratos regulares requieren la presencia de un tercero, como un abogado o un notario, para dar fe de su validez. Por tanto, la principal diferencia entre los contratos tradicionales y los inteligentes es la necesidad de un tercero humano en los primeros.
Aplicación de los contratos inteligentes
Este artículo trata precisamente del impacto de los contratos inteligentes en el derecho contractual alemán y europeo, con referencias comparativas al derecho contractual estadounidense. A mayor escala, pretende contribuir a responder a la pregunta de si un derecho análogo, de influencia predominantemente nacional, está preparado para los retos que plantea la digitalización ubicua y sin fronteras.
El resto del documento está estructurado como sigue. En la parte 2. se describe brevemente cómo se han desarrollado los contratos y el derecho contractual hasta ahora y por qué los contratos inteligentes, al menos parcialmente, representan el siguiente paso en este desarrollo. En la parte 3. se examinan las fases individuales del ciclo de vida de un contrato para determinar cómo los contratos inteligentes pueden tener cabida en el derecho contractual alemán y europeo en particular. Por último, la parte 4. se centra en evaluar el impacto que los contratos inteligentes podrían tener en el futuro del derecho contractual.
Han pasado miles de años desde que se celebraron los primeros contratos. [3] Sin embargo, muchos de los cambios más significativos en el desarrollo de la contratación se produjeron en el transcurso del último siglo. [4] Tradicionalmente, los contratos eran en su mayoría el resultado de un proceso de negociación justo entre partes con igual poder de negociación, es decir, partes que negociaban en condiciones de igualdad. [5] Esto cambió con la estandarización de las condiciones contractuales, que permitió la contratación en masa, tanto a nivel nacional como internacional. Esta forma más simplificada de contratar minimizó la implicación humana en el proceso de negociación, reduciendo así los costes de transacción y trajo consigo un cambio en el proceso de negociación. [6] Especialmente el auge de la sociedad de la información hizo necesario adaptar el derecho contractual a estas nuevas condiciones.
Plataformas de contratos inteligentes
A principios de la década pasada, Nick Szabo, informático, estudioso del derecho y criptógrafo, describió por primera vez el término de “contratos inteligentes”. Creó este término con el objetivo de utilizar un libro mayor distribuido para almacenar contratos. Estos contratos cobraron vida con la aparición de Ethereum, hace varios años. A diferencia de los Bitcoins, esta criptodivisa se centró más en el blockchain y su desarrollo, que en la propia moneda. Esto llevó a un mayor uso de los contratos inteligentes. Si desea saber más sobre estos contratos “modernos”, consulte el artículo anterior dedicado al tema.
Hoy en día, los contratos inteligentes representan una de las aplicaciones más útiles de la tecnología blockchain. De hecho, están sustituyendo poco a poco a los contratos “normales” tal y como los conocíamos hasta ahora. En este artículo, compararemos los contratos inteligentes y los contratos tradicionales, para tratar de entender las diferencias y los pros y contras de cada uno de ellos.
Desde que se tiene memoria, las sociedades han utilizado algún tipo de contrato. Los más comunes pueden ser los contratos tradicionales por escrito que son firmados manualmente (o electrónicamente) por las dos partes. Estos contratos pueden ser modificados manualmente en cualquier momento por cualquiera de las partes. A veces, estos contratos regulares requieren la presencia de un tercero, como un abogado o un notario, para dar fe de su validez. Por tanto, la principal diferencia entre los contratos tradicionales y los inteligentes es la necesidad de un tercero humano en los primeros.